Han sido días difíciles para la profesora de educación diferencial, Sandra Saldaña. Desde su cama, de la que no se podrá mover durante dos semanas, reflexiona sobre la violencia que se respira a diario en los establecimientos educacionales del país; y aunque la tristeza emocional es grande, afirma que los adolescentes no son los enemigos de los docentes, sino que el enemigo real es un sistema totalmente deshumanizado que no se preocupa por los demás.
¿Qué es lo que las autoridades no quieren ver?
En todos los establecimientos del país los protocolos de convivencia y prevención de violencia no dan abasto porque ya se han quedado cortos a la realidad que se vive, pues los profesores somos objeto de violencia todos los días. A nosotros se nos pide que intervengamos y siempre dicen ¿Dónde están los profesores? Pero cuando intervenimos para evitar este tipo de situaciones, salimos como yo salí ayer o quizás más grave, pero no podemos esperar a que maten a uno para empezar a poner remedio a esta situación.
¿A qué cree que responde esta ola de violencia?
Son razones sociales porque tenemos familias que tienen que trabajar más de 12 horas y dejar a sus niños muchas veces solos. Los papás y las mamás no están presentes, no porque sean malos padres sino porque tienen que trabajar mucho para mantenerlos y mantenerse. Por otro lado la pandemia dejó heridas emocionales profundas: muchas niñas, niños y adolescentes permanecieron encerrados viviendo situaciones de violencia permanente.
En ese contexto, el personal educativo hace lo humanamente imposible para abordar este escenario pero no damos abasto ante esta nueva realidad social.
¿Estamos hablando entonces de un abandono por parte del Estado a una situación emocional que se tiene que abordar con urgencia?
Nosotros vemos con preocupación que en este país se aprueban cada vez más leyes punitivas y ninguna que sea efectiva para los estudiantes. Los adolescentes no son nuestros enemigos, nuestro enemigo real es un sistema totalmente deshumanizado que no se preocupa por los demás.
Cada uno de las y los profesores de este país está preocupado constantemente de sus alumnos, pero ¿Quién atiende al profesor después que pasa por situaciones de violencia? Porque quedan sentimientos muy potentes de frustración, de pena, de tristeza y eso uno tiene que procesarlo solo. Entonces es donde ahí yo digo que faltan medidas oficiales de apoyo al docente. Porque en esta sociedad los menos valorados somos los docentes, los que más sufrimos las consecuencias de un mal diseño de políticas educacionales somos los docentes.
Cambiar esta situación pasa por una voluntad política de nuestros gobernantes, diputados y senadores de preocuparse de lo que realmente importa que es la salud, la salud emocional y psicológica de todos los chilenos pero lamentablemente a eso no se le da importancia. Es insólito pensar que bajo esta realidad no se converse más con las comunidades educativas, las autoridades políticas principalmente, para que así conozcan y sepan lo que realmente necesitamos.
Usted además de profesora es presidenta del comunal Fresia del Magisterio ¿Cómo dirigenta cuál es su emplazamiento a la autoridad al respecto?
Como Colegio de Profesoras y Profesores de Chile somos taxativos en decirlo: nosotros no vamos a permitir bajo ninguna circunstancia que se violenten a los profesores, colegiados o no colegiados, y vamos a estar ahí denunciando y haciendo los trámites legales para apoyar a nuestros colegas en estos casos.
Para nosotros la solución no pasa por andar encerrando ni castigando a los estudiantes, pasa por formar pero la responsabilidad de la formación no es solo de los docentes es de una sociedad en su conjunto.
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