La destacada educadora, actriz y periodista, quien también es la nueva integrante del Departamento de Educación y Perfeccionamiento (DEP) del Colegio de Profesoras y Profesores, se encuentra en la capital de La Araucanía, presentando su tercera y más reciente publicación: «Metodología de la coherencia. Aprender pensando, sintiendo y haciendo» (Virtual Ediciones, 2022), el que ha tenido una excelente acogida en la región.
En el actual contexto de abandono de la educación pública y de alta vulneración de los derechos de las niñeces, ¿cómo podemos contribuir a generar sensibilidades en niñas, niños y adolescentes, que los dispongan a mejores experiencias de enseñanza-aprendizaje?
Bueno, lo primero es que la educación no genera experiencias de aprendizaje. Esa es la raíz. Entonces esta propuesta que yo estoy impulsando es que la educación debe tener una transformación profunda. Porque hasta ahora se han hecho algunos cambios, pero todo es muy cosmético, es muy por encima. Hay un principio muy lindo que dice que cuando fuerzas las cosas hacia un fin, se produce lo contrario. Y lo que yo veo que ha ido pasando es que se fuerzan los cambios sin profundizar nada. En vez de mejorar, se empeora. Porque cada vez se externaliza más todo, se exigen más resultados, se piden más cosas. Cada vez se complejiza más, y lo que hay que hacer es simplificar, conectar con el verdadero sentido de la educación. Y para eso se necesita hacer un trabajo con la gente, de conectar con las necesidades de los estudiantes, de los profesores, pero como seres humanos. Pienso que ése es el gran problema, que no se generan experiencias. Porque cómo vas a generar experiencias, si estás lleno de cosas que tienes que cumplir.
Tú destacas que la creatividad y la capacidad lúdica son fundamentales, ¿cómo se pueden potenciar estas capacidades cuando ciertos usos de las tecnologías digitales parecen limitarlas?
También ahí hay un tema de formación docente, donde ni siquiera se integran las nuevas tecnologías. Todo se sigue reproduciendo de la misma forma. Y la tecnología también tiene espacios creativos, uno también puede hacer cosas lúdicas y creativas desde la tecnología. De hecho yo lo he hecho con niños pequeños, he desarrollado talleres con niños donde el aprendizaje es el centro. Y generamos todo desde la creatividad y desde el juego, a través de la tecnología. El tema es que la formación no apunta a desplegar esas habilidades en los docentes. Lo que se hace es llenar de contenidos la cabeza de los estudiantes, entonces esos estudiantes después salen, van a trabajar con niños y reproducen lo mismo. No se entregan herramientas para desarrollar la creatividad y menos para desarrollar el juego. A lo más, se arman actividades extras, pero eso no es parte del aprendizaje, sino que es como un plus que tiene una que otra carrera, porque se está empezando a aprender la importancia de las metodologías activas. Pero es porque también son modas, no es porque se profundice en lo necesario. Los niños, sobre todo en su primera infancia, son todo el tiempo creatividad y juego. Y eso va disminuyendo en la medida que van creciendo, porque la educación, en vez de potenciarles habilidades, va achicando su desarrollo. Como todo es tan mecánico y de una sola forma, entonces los niños después se dan cuenta de que la única manera de aprender es por la vía de la memoria, del intelecto, y no se desarrollan las otras áreas. Hay estudios que demuestran cómo los niños más pequeños son de una creatividad maravillosa y después, mientras más grandes, menos creativos. Eso es un tema de la educación, que va matando esa creatividad y ese aprender a través del juego.
Esta sociedad fomenta valores como la competitividad y el éxito, pero tú en tus exposiciones planteas que es necesario valorar el error como elemento fundamental de los procesos de aprendizaje, ¿cómo podemos valorar socialmente el error como parte de la educación?
Estamos en un momento donde hay un cambio de paradigma. Esa competencia y esa lucha por ser el mejor tiene que ver con un modelo capitalista, pero ese modelo se está cayendo porque ya no se sostiene. El ser humano, por esencia, no es competitivo. No nacemos competitivos, es algo que adquirimos. Hay un video muy lindo, donde hay tres niños a los que se les entrega una bandeja tapada a cada uno, y cuando les dicen que pueden destapar su bandeja, hay un niño que no tiene nada, e inmediatamente se comparten entre los tres lo que tienen, es natural. Entonces, cuando digo que el error es parte del aprendizaje, es nuestra esencia. El ser humano aprende por acierto y error, eso está demostrado. Pero hoy día, el error es castigado porque el parámetro desde donde se mira es el éxito. Pero, ¿cómo uno va a aprender a la primera, si la memoria necesita ir grabando las cosas con un proceso y dentro de ese proceso el error es fundamental. Entonces, lo que yo propongo es que la evaluación se realice cuando tú ya aprendiste, no castigar parte del aprendizaje. Porque además, el profesor tiene una vara para medir, y los niños muchas veces no ven en esa vara, y a lo mejor no están equivocados, simplemente están mirando desde otro lugar.
¿Cómo se puede fomentar un aprendizaje activo con un sistema que tiene como uno de sus ejes de evaluación las pruebas estandarizadas?
Lo que pasa es que esas pruebas no generan aprendizaje activo en realidad. Y ahí hay una redundancia, puesto que el aprendizaje por sí solo es activo, porque uno aprende pensando, sintiendo y haciendo. Eso te lo da una experiencia. Lo que estructura eso es la parte intelectual, pero también están involucradas las emociones el movimiento. Entonces no es lo mismo que los niños están de repente en el patio siguiendo una filita de hormigas, mirándolas, poniéndoles unos palitos entre medio, viendo qué pasa, a que les digan «niños, entren, vamos a ver a las hormigas en un libro». Yo estoy en contra de las pruebas estandarizadas, todo eso no sirve. Es solamente una forma de medir que, además, es muy antigua.
Tú afirmas que las y los educadores modelan el aprendizaje enseñando con el ejemplo más que a través de los contenidos. ¿Cómo ves el escenario educativo actual, que tiene un elevado deterioro de la salud mental y física de los docentes, que ya alcanzó un 20% del total del profesorado con licencias médicas? ¿Cómo enseñar con el ejemplo cuando la salud misma de los docentes está afectada?
Claro, es que por eso yo propongo que el docente es el primero que tiene que trabajarse. De hecho, en mi segundo libro, «Experiencias y metodologías de aprendizaje en la acción», en una parte entrego herramientas para los profesores. Yo hago clases en la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE), que es la universidad donde más estudian profesores. Enseño la asignatura de Pedagogía Socioemocional para la Pedagogía en Educación Básica, pero este ramo tiene recién dos años, es algo muy nuevo. Recién la gente se está dando cuenta de que no se sostiene un sistema en dirección deshumana. Lo que yo propongo es que vayamos humanizando la educación, y esto significa no sólo que propiciemos experiencias a los niños, y que los niños estén contentos, sino también los docentes, la gente que trabaja en el colegio. Porque no sólo educa el profesor, también está educando la tía que hace el aseo, quien te recibe en la puerta. O sea, si la persona que está en la puerta te recibe con buena onda y te acoge, eso también es una enseñanza, diferente a que te reciba un señor que está todo el día enojado. Ahora, Rudolf Steiner, quien desarrolló la pedagogía Waldorf, es quien dice que los niños aprenden por imitación y ejemplo. Y es así, porque el niño en el fondo tiene como referente al adulto, que es el que lleva más tiempo en este mundo que el niño recién está conociendo. Es súper evidente cómo los niños imitan, te voy a dar un ejemplo: Ester Precht, que es una de las primeras educadoras de párvulos de nuestro país, me contaba que ella tenía un jardín infantil y un ejercicio que hacía es que le pedía a los papás que los niños llevaran ropas del papá y la mamá. Y ¿qué hacían cuando se ponían las ropas? Imitar a su mamá y a su papá. Esa era una estrategia, así conocían el trato que tenían las mamás y los papás de estos niños. El niño lleva al juego lo que ve en su entorno.
La propuesta de Nueva Constitución reconoce a la educación como un derecho garantizado, y a las profesoras y profesores como agentes clave en este derecho, pero también define principios y fines que rescatan la dimensión integral de los procesos educativos, ¿cómo ves la puesta en práctica de estos principios si es que se aprueba esta Nueva Constitución?
Mira, lo que pasa es que toda esa idea integral ya existía. En las bases curriculares de los distintos niveles está lleno de objetivos transversales que te hablan de eso mismo. El punto es que tiene que haber un cambio estructural. Uno no puede mejorar solamente un ámbito. Un profesor no va a tener un desarrollo integral si vive en malas condiciones, si su casita se llueve, si no tiene acceso a la salud. Entonces, yo creo que la palabra clave es la dignidad, y es magistral cómo se levantó en el estallido social. Lo que nosotros necesitamos para mejorar lo que se quiera, es vivir de manera digna. En los países donde la educación tiene mejor nivel, donde la educación realmente es más integral, la gente vive bien, las condiciones básicas están resueltas. Mientras la gente viva mejor, con mejores condiciones, va a estar mejor mentalmente, va a ser un ejemplo, va a conectar con su vocación, va a querer hacer clases. Por lo tanto, la educación va a mejorar.
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