Por el profesor Mario Astorga G.
Está universalmente reconocido que el docente es una de la variables fundamentales del sistema educativo; es, sin lugar a dudas, un factor fundamental para garantizar la calidad de la educación.
Algunos han centrado la causa de la crisis del sistema educativo en el profesorado, señalando que este muestra “un bajo nivel profesional”, una formación profesional “deficiente”.
Es efectivo que la formación que hoy se entrega no es la mejor, especialmente la que se proporciona en las universidades e institutos privados. Es necesario señalar que, dado el carácter y la alta significación de la función docente, esta no puede quedar, como ya lo hemos expresado en otras oportunidades, expuesta al libre juego del mercado.
Ahora que, producto de la acción del gremio, se ha conseguido que sea el título el único requisito de ingreso a la carrera a través de un concurso público, es indispensable y urgente que el Estado, a través del Mineduc, entre a intervenir en el problema, fijando políticas que permitan reformular las estrategias y la malla curricular de la formación docente, de manera coordinada con las Instituciones Superiores, que estén debidamente acreditadas, con el propósito de dar un sentido nacional y unitario a este proceso de formación, determinando, con claridad, el perfil del docente que los tiempos requieren.
El perfil y la malla curricular correspondiente tendrán, necesariamente, que considerar el tipo de Sociedad a que aspiramos y el tipo de ciudadano que queremos formar. Si realmente queremos hacer un cambio radical; si efectivamente deseamos una educación de calidad con un sentido integral, tendremos obligadamente que pensar y diseñar un nuevo currículum, tanto para todo el sistema, en sus distintos niveles, como el correspondiente a la formación docente.
El currículum es la base; en él se consideran y se establecen los fines y objetivos de la nueva educación; en él se expresan y se organizan los contenidos culturales y disciplinarios básicos y necesarios y en él se deben expresar nuevas metodologías o didácticas que nos permitan preparar a las actuales y nuevas generaciones para que enfrenten y resuelvan con éxito los problemas que los cambios van generando, cada vez con más rapidez.
Necesitamos un currículum y un docente que operen en función de dar un sentido integral al proceso de formación, considerando los aspectos intelectuales, físicos, artísticos, valóricos, entre otros. El currículum y la acción del docente deben apuntar a formar ciudadanos creativos, críticos, solidarios, dotados de hábitos y valores que les permitan, conjuntamente con superar la crisis que hoy vivimos, recrear y plantear una vida nueva, una Sociedad más justa, realmente democrática, que propicie para todas y para todos, una sana convivencia y el bienestar y la felicidad comunes.
En cuanto a la estructura de la carrera, hemos venido propiciando el establecimiento de dos niveles o etapas: una de formación común y una segunda de especialización. Consideramos que todos los docentes, ya sean estos de enseñanza parvularia, básica o media, deben recibir una formación teórica conceptual común ya que determinados aspectos generales de la pedagogía como de las ciencias auxiliares a esta, deben ser de conocimiento y tratamiento de todos los que ejercen la función docente. La segunda etapa sería de especialización referida tanto a los niveles (parvularia, básica) como a las disciplinas que se dan en enseñanza media.
Dado el carácter y espacio de esta publicación, dejaremos para otra oportunidad el desarrollo detallado de esta idea, no sin antes señalar que consideramos que aspectos como la práctica, el trabajo en terreno (escuelas), el desarrollo de proyectos y trabajos de investigación, son indispensables en todo proceso de formación docente.
Prof. Mario Astorga Gutiérrez
Asesor Técnico Departamento de Educación y Perfeccionamiento
COLEGIO DE PROFESORES DE CHILE A.G.
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