A 102 AÑOS DE LA LEY DE INSTRUCCIÓN PRIMARIA OBLIGATORIA, CONMEMORAMOS EN SU DÍA A LAS Y LOS PROFESORES NORMALISTAS
La historia de la educación en Chile, específicamente en el nivel primario o básico, tuvo como protagonistas durante más de un siglo a las y los profesores normalistas: docentes preparados en las Escuelas Normales que, a lo largo del país, signaron la educación pública con su sello de vocación y compromiso por la enseñanza. A 102 años de la promulgación de la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria, recordamos su legado pedagógico y honramos la memoria de todas las generaciones de normalistas que, entre 1842 y 1974, formaron desde su niñez a los futuros ciudadanos de la República.
La celebración del Día del Profesor Normalista fue creada en 2005, por el gobierno de Ricardo Lagos y su ministro de Educación Sergio Bitar, mediante el Decreto Ley N°162, coincidiendo la fecha del 26 de agosto con la promulgación de la Ley de Instrucción Primaria Obligatoria N°3.654 de 1920, dictada por el gobierno de Arturo Alessandri Palma, que masificó ampliamente el nivel básico de la educación escolar. Pero fue hace 180 años que el educador argentino Domingo Faustino Sarmiento instaló en Chile el sistema de Escuelas Normales, bajo el gobierno de Manuel Bulnes y siendo ministro de Justicia e Instrucción Pública, Manuel Montt. El modelo de Sarmiento iniciado en 1842 en Chile tuvo como inspiración las Escuelas Normales francesas, creadas por el sacerdote Jean Baptiste La Salle.
El documental «Normalistas. Amor por la educación» de Sergio Arévalo Macías reconstruye la historia del normalismo chileno desde la voz de sus protagonistas y de quienes han investigado este modelo de enseñanza, que robusteció desde sus bases a la educación pública. Según la docente de la Universidad Alberto Hurtado (UAH), Belén Fernández Llanos, el normalismo se forja junto a un modelo de Estado docente «que no sólo se encargó de masificar las escuelas sino de financiar todo ese proyecto. El Estado financia la creación de Escuelas Normales, pero además el internado en general de los y las estudiantes. Eso implicaba que era una oportunidad para que familias sin privilegios por su origen tuvieran una educación gratuita financiada por el Estado, que además implicaba el sustento cotidiano».
Iván Núñez Prieto, Premio Nacional de Ciencias de la Educación el año 2015, resalta la importancia de la organización de los normalistas, señalando que «hacia la primera década del siglo XX aparecen las primeras organizaciones gremiales de profesores primarios, al principio con fines de ayuda mutua, cuando no había previsión social. Los primeros pequeños gremios que, en los años 20, alcanzan a llegar hasta la constitución de una gran organización del conjunto del profesorado primario desde 1923 en adelante: lo que se llamó la Asociación General de Profesores de Chile. Era aliada con la Federación Obrera de Chile, con la Federación de Estudiantes de Chile, con todo el despertar no sólo del proletariado sino de sectores medios».
La también Premio Nacional de Ciencias de la Educación, Beatrice Ávalos Davidson, recalca la importancia de las mujeres en educación normalista. «No había formación docente de profesores de ningún tipo en Chile en los primeros años de Independencia. Curiosamente, con la fundación de la Escuela Normal Femenina, se forma una carrera que después va a ser esencialmente femenina», afirma la Doctora en Educación. La docente de la UAH, Belén Fernández Llanos, destaca que la presencia de las mujeres en la educación, en una sociedad eminentemente patriarcal como la del Chile decimonónico, era aceptada porque se entendía la enseñanza también como un rol de cuidado, es decir, como una extensión del rol materno.
Este modelo de escuela gratuita, financiada por el Estado, cuyo énfasis fue siempre la formación integral de ciudadanos desde la educación primaria, llega a su fin el 11 de marzo de 1974, cuando la Dictadura emite el Decreto de cierre de las Escuelas Normales. Sin embargo, el legado y la memoria histórica de las y los profesores normalistas, quienes imprimieron un sello inconfundible de entrega, vocación y compromiso, continúa vigente hasta hoy. Y es deber del Magisterio honrar esa memoria con un caluroso agradecimiento a cada maestra y maestro normalista que, con sus vidas, construyeron la ciudadanía del futuro.
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