8 DE MARZO: LA DIVERSIDAD SE TOMÓ LAS CALLES
A la salida del Metro Universidad de Chile, las banderas aún iban en dirección a Plaza Italia, exactamente al revés del sentido de la marcha. Ya eran más de las siete de la tarde, la hora de la convocatoria, y en una Alameda cerrada al tráfico vehicular eran cientos las personas que se encaminaban a la Plaza Baquedano. Pero muchas no llegaron. Simplemente era más grande la multitud humana que desbordó la avenida principal de Santiago y no faltaron, por tanto, quienes se sumaron a la marcha en distintos puntos de la columna.
Grupos organizados, marchantes en forma individual, banderas, intervenciones, bandas, performances. Todo eso y más se vio en la tarde-noche santiaguina del 8 de marzo. Múltiples organizaciones de mujeres se hicieron presentes, pero también se vio a muchas otras organizaciones participando y sacando a relucir su lado más feminista en pos de la igualdad de género. Pobladores, trabajadores y estudiantes estuvieron ahí, con mujeres encabezando sus diversos grupos. El Magisterio se hizo presente con la directiva de los profesores llevando el lienzo que pedía igualdad también en las escuelas. Movimientos políticos hicieron esfuerzos por mostrar cuál más que el otro se desplegaba con más fuerza en pos de los derechos de las mujeres.
Un punto aparte fue la fuerza notoria de las mujeres que ofrendaron su propio cuerpo como expresión de su lucha. Fueron no pocos los colectivos femeninos que marcharon desnudas, con mensajes pintados en su piel, vestidas de alguna manera especial, bailando, tocando música, extremando cualquier recurso para que su voz se escuchara, aunque fuera con toda la fuerza de su silencio marchando.
Y así transcurrió la caminata, larga, masiva, diversa y activa. Se llenaron murallas de afiches, se observó edificios con lienzos desplegados a propósito de la fecha, se llegó a ver al mismo Palacio de La Moneda iluminado con una frase apoyando la causa. Y con la misma intensidad que se desarrolló en todo el recorrido, la marcha fue llegando a su fin, dispersándose entre las calles del viejo casco histórico de la ciudad, donde cientos, miles de marchantes se disgregaron por sus callejuelas llevando sus banderas de lucha e igualdad.
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